Tus velocidades

Tus velocidades

Tus velocidades te desconocen
se elevan por sobre tu cabeza
descienden,
se posan y te miran
exclaman…

…somos tus velocidades y te miramos
no sabemos qué hacer contigo
un poco te tenemos miedo
no somos iguales a vos
padecemos tus remolinos
y nos inunda estar distintos.
Somos,
del otro lado de vos mismo.

Jan Kislo

Requiem latino (A la memoria de Digna Ochoa)

Requiem latino
(A la memoria de Digna Ochoa)

Mis hijos,
tendrán tu boca
y pronunciarán te quiero país.
A los doce
comprenderán nuestro silencio,
jugarán con maderitas.

El resto de la vida
sabrán regresar cansados,
oprimidos,
con la historia de los pueblos
clavada en la espalda.
Tus hijos
tendrán mis ojos
serán latinoamericanos
y no tendrán futuro.

Jan Kislo

Tren que vuelve

Tren que vuelve

Todas las mañanas
Clara eleva su rezo de mimbre por sobre el rayo.
Coloca las manos en posición de avispero
agita hasta la última porción de risa que le quedaba dando vueltas,
clava en el aire gestos de infinita dulzura,
escupe semillas de mandarina por sobre el hombro,
elabora un plan que guarda entre las piernas.

Asimila el presente como una foto que ya conoce
se estira en el patio hasta que la piedra enfría.

Afuera llueve sobre todas las casas,
llueve sobre los techos de Clara.

Cae la noche y el barrio se ha vuelto un amargo escondrijo,

Volveré a llamarte la noche de mañana -dice Clara

Hunde el teléfono en el pómulo y todo lo que transpira corre entre superficies que sujeta,
afloja un mugido que entrecorta con el inicio de un llanto que apaga,
un lloro tembloroso que asesina contra el muro de angustias que le corre.

Ha muerto otra bandera blanca en Sudamérica.

Que mierda, otra vez, que mierda -dice Clara

mientras masculla el invierno,
y busca en sus cuadernos los textos de los diecisiete,
la misma furia y ese áspero fulgor incontrolable.

Mira por la ventana y ve al mismo tren que vuelve.

Camina rumbo a la plaza envuelta en ropa de combate: jeans, zapatillas y remera blanca,
Vení María -escribe en el celular.

Jan Kislo

Permanencia de Julieta

Permanencia de Julieta

Decía Julieta
que el mejor amigo del hombre
era el perro.

Caminaba por el interior de los caños
girando hasta la luz del extremo
caía
se fregaba apelmazando la herida
mirando la curva,
la incertidumbre es una curva.

Decía Julieta
que los mundos que habita
se parecen bastante al miedo que tiene todo el tiempo
que el universo se alimenta del miedo
que tiene miedo
que su perro fue atropellado un lunes.

Decía Julieta
que su padre era el mejor amigo de Julieta
hasta el día en que se fue
traspasado por las aureolas de la avenida
cuando la velocidad del mundo asusta
y no se parece en nada a la nuestra
que es mas velocidad de domingo.

Jan Kislo

Que llueva que llueva

Que llueva que llueva

La cuestión
amarte sin que lo sepas.
Me sale bien,
mantengo silencio
digo
que llueva que llueva.

Voy despacio,
es que aquí son modos de no perderte.

Ya no digo teamo
y decimos
la viruta y yo
que llueva que llueva
por las dudas.

Aún no se cómo agendarte
y pongo

“Abril fue calmo,
no te trajo en hora ninguna.
Enfrente, glorifican a la harina
elaboran unos delicados panecillos
que llevan tus iniciales.”

Jan Kislo

El escudo perforado

El escudo perforado

pasaban la noche
envueltos en hojas de jengibre
rozando la piel de sus hijos
almohadillados en pastos de ribera
convencidos de que mañana
habría frutas y raíces

La noche se agranda como una mano asesina
escupe todos los miedos
a la puerta de los hombres.

La herida avanza en el vaho de un vinagre turbio
las manos endurecen sus tendones
se debilitan las piernas del pueblo
aquí no hay
la carne hoy no vale
balas impunes se alojan en ella
cepas de HIV penetran los proyectos
células cansadas se entregan a pudrirse
cae el cabello desde lo alto de Hilma.

Las hojas de jengibre hoy no cubren
el agua de montaña no cura heridas
la obra social se aleja
escapa
y un medio pie cruza la línea
que separa los mundos que giran
de aquellos que pasan a detenerse.

El escudo ha sido perforado,
el alma del valle se acurruca a morir.

Jan Kislo

Aferrados al Piso

Aferrados al piso

puso un pié sobre la mano
y dijo sorprendido caramba
jamás estuve asi

En el mogo latino sin embargo lo difícil es respirar
es normal pisarse las manos
pasarse el reverso terroso por la boca seca
irritarse el pómulo de arena y minerales
restos de vegetal que se extinguen
en la piel de acero del hombre que no descansa
que es siempre hombre trabajando
pisándose las manos
para no volar
porque el vuelo mata y muere.

Al sur hay miedo
nos pisamos las manos
permanecemos aferrados al piso
por arriba pasan guadañas calientes
a cada instante ensartan una cabeza
rebanadas de corazón.

Jan Kislo

Alegresa

Alegresa

Pesado ganzúa
aporta su sapiencia,

“hoy que estamos tristes…”

dice

“ustedes,
con tristeza de hoy,
bueno sería que supiesen
aquello del mundo variado”

y agrega

“pero no para ufanarse
sino para expandir el tiempo
y sonreír mientras se está triste
porque la verdadera alegría
es esta tristeza
este rostro”.

Pesado Ganzúa se despide.

Su alegresa consiste,
en equilibrar,
en ausentarse ante tus ojos
entonces,
arremolina las piernas y las manos,
forma unas alas sutiles,
y vuela.

Pesado ganzúa escribe
te extraño
y en letras que remarca agrega
te amaré siempre
y decae hasta limites de inexistencia.
En tanto su alegresa discurre
los violentos
se recontrapudren
y el buen universo
se pone de su lado.

No volveremos a verlo,
ni a él
ni a sus saltitos de Buey,
y recordaremos siempre
a su alegresa
anticipándose protagonista.

Jan Kislo.

Amere

Amere

El amor viaja libre en un tren independiente
sin vías ni locomotoras ni amor
y sin tren

Dijo con la boca al revés
exuberante,
los ojos grandes
brújula en mano.

Los sábados
algunos domingos,
lográbamos éxtasis de porcelana.
Pero,
se iba
y se dejaba llover en la rotonda de Jauretche.

Ya no abre puertas
en el barrio.

La Yoyi
mantiene hojas del cuaderno
la colección de brújulas,
los gritos grabados durante la mudanza.

El desierto se abraza a las paredes
del pasaje cercano a la plaza
el sector de la caminata,
entre Tenorio y San Martín.
Sitio maldito donde halló el resguardo
en la pose simplista
del pelotudo de la moto.

Un papel
con trazos vertiginosos
dice al final

“Enormes mentiras nacen de mí.
Paridas por hombres
que regresan al barrio en silencio
cargados de aliento de mentas.
Mi dolor nace de los trenes atrapados,
sin libertad ni amor
y sin tren”.

Yoyi guarda las hojas
se extiende en el piso.

Jan Kislo

Atrapavientos semicurvos

Atrapavientos semicurvos

Gato no tenía de nuestra maldad.

Sucedió la vez en que, subido a los altos del depósito del Banco Nación, andando muy suelto, con miedos agudos por los techos del archivo. Jugando a que atrapaba lagartijas. Ellas saltarinas, de ranura en ranura con la velocidad de los garbanzos. Muy tonto gato saltando y hermoso de lagartija en lagartija y tonto, atrapando ranuras. Oni que lo arrinconaba sin éxito. El alto paredón manchado de sangre. La hueca verborragia del vecinón. Luego dijo Don Aníbal que si, que a veces para atrapar ranuras debe uno saltar tras movimientos y que en cambio para atrapar vientos debe uno ir al frente. Me situé pensando en lagartija y gato, y cruzaba Don Julián entrecortando la secuencia. Las líneas rojas descendentes hasta la trama seca de la hiedra. Las líneas negras intercalándose con las rojas. Las moscas pasando de negras a rojas, buscando con insistencia las líneas de tibio bermellón. Cerré la puerta de calle y con el gato arropado desanduve metros hasta la plaza. Lo abandoné junto a los ancianos. Los estampidos y el silencio y las nuevas líneas bermellón y el bloqueo instantáneo y nada para recordar más que la confusa sensación de haber andado buscando un gato mientras las líneas en el paredón pasaban de rojas a negras constantes, al ritmo impune de las decisiones a cualquier costo. Me alejé al observar que uno semicurvo de gorra a cuadros lo toma en brazos y le ofrece una bolsa inflada de ranuras ventosas. El piano melancólico inundando las terrazas del hombre de la bata blanca que mantenía parquizado el barranco de la autopista como un retazo de los campos de París, pero en San Telmo. A escasos segundos de ella, sobrevolada realidad.

El oxigeno deja de ser memoria.
Es el día de nadie-buscando-chispas.
Día de mentas,
de fuerzas diluidas al pie del abrazo.
Día para decir te quise decir te quiero
y sin embargo los gatos y esto y aquello.

Entoncesloveo al semicurvo
diciéndole misi misi al gato
que lo pone en la olla
que enciende el fuego.

Me acerco
apoyo mi mano en su hombro
-¿Sopa? Le pregunto
y se nos escapa.

Y las líneas rojas descendentes
dejando un rastro alienado
que cruza generaciones
y vacía el mundo.

Jan Kislo

Bamból

Bamból

Insistente embate, cruza y vuelve.
Agolpa las experiencias en un tonel
que lleva por nombre Eleuteria.

El modo de Bamból intimida.
Su piel keloide entibia cuando se lo toca.
Bamból tiene los ojos limpios
pero su pómulo resquebraja.

Su pómulo
mantiene los rastros negros
que remarca cuando llora
y pasa con fuerza el reverso
y esparce la mancha y no la borra.
Bamból no se desentumece jamás
corrige y corrige mil veces
que reitera
y son otras mil las veces que corrige.
Su manía es mantener la soledad
tal como la obtuvo
el día de los festejos en Solo Vega.
El recuerdo áspero del forcejeo inútil
el aliento alcohólico estampado en el pómulo,
la desintegración de todos los mundos futuros.
Y el tiempo, con su fluir de aceite negro.
Bamból construye altares
donde guarda los mundos que odia.
Pero Bamból odia todos los mundos
se muerde asi mismo
su prueba es irrefutable.
Bamból prepara una implosión
que sorprenderá por su belleza
el mecanismo ajustado
de un vacío inalterable que no explica.

Jan Kislo

Brac

Brac

En esto de no ser
demuestro excelencia
sigo un hilo,
un gesto que manejo desde el párpado,
(que además me emociona)
mis ojos se lloran
mi boca suelta una burbuja,
que se apaga sin detonar su grito.

Me inundo frágil en ese instante
la esfera se resguarda,
desde el párpado nace el brac
otra vez
como un golpeteo que repite el brac
y mis ritmos rozándose
de modo insistente.

Un tipo raro,
arrastrador de penas
que no las quiero en mi viaje
y que las arrastro.

Suelo beber agua
(he aprendido a hacerlo)
en la esfera debemos hacerlo.

Libero gritos
(que nadie escucha)
en el interior del tiempo,
arriba de su ola más grande,
nadie escucha.

Jan Kislo